Recuerden la clase de matemáticas de cuando éramos niños. Si no sabíamos sumar muy bien, no nos dejaban ir a la unidad de restar. Cuando llegábamos a la unidad de restar, teníamos que mostrar nuestra habilidad para restar, a la vez manteníamos nuestra habilidad para sumar, si no, no pasábamos a multiplicar. Y una vez que llegábamos a dividir, había que dominar las cuatro y no dejar nada por el camino y a medias.
Ojalá pasara lo mismo con el idioma inglés y ojalá hubiese pasado lo mismo con las miles de personas que cruzaron sus caminos en mis clases.
En clase de inglés, no hay tema que me preocupe más que pasar página y no dominar un concepto muy básico. ¿Cuántos niños vienen de los colegios sin dominar los números? ¿Cuántos adolescentes vienen sin controlar lo que va en mayúscula en inglés? Y todos los adultos nos vienen a clase usando el artículo “the” para todo, sin poder dominar la ortografía de sus nombres, diciendo “people is” en numerosas ocasiones, diciendo las fechas usando números cardinales, deletreando “coming” con doble “m,” poniendo “every day” en plural, diciendo la edad con “to have” y así sucesivamente.
Siempre lo he dicho. Prefiero que un individuo controle a la perfección un nivel básico que llegar a un nivel avanzado medio controlado. No obstante, parece que hay un miedo a volver atrás en nuestra sociedad. Que va a ser contraproducente, que vamos a tardar más en llegar a dónde queremos estar, que tenemos que pagar más dinero en asistir a clases y que no tiene sentido volver a ver los días de la semana, aunque se siga cometiendo el error de poner “martes” en minúscula y luego ponerlo en un cartel mal en un negocio. Un círculo vicioso.
Mi primer contacto con el alumno español fue en febrero 2.003 cuando llegué de los EE.UU. En esos años, no se hablaba de los exámenes de Cambridge, ni de Trinity. Para mí, Cambridge era una ciudad bonita en Inglaterra y punto.
Me llegaban a clase todo tipo de personas; abiertas, tímidas, agradables, torpes. De distintos niveles, desde básico hasta los más avanzados, que hoy en día serían equivalentes al c1. Todos tenían algo en común; venían a clase, (como decimos en inglés), con pedazos y trozos (bits and pieces) de nivel. Incluso los más avanzados que venían aparentemente más sueltos y sin miedo a hablar, cometían errores básicos en cada frase que articulaban: I like a lot of, I listen music, my fathers, I have hungry, smoke is bad for the health, you are a good cooker, I work the Monday, In the night I watch the TV, Everydays I take a coffee… etc.
Había muchos problemas que yo tenía que afrontar; los números no estaban consolidados, la ortografía pésima (por la obsesión oral), mucha presión por pronunciar bien, el miedo de volver atrás porque “ya lo he dado”, etc.
Entonces no sabía afrontar éstos problemas como quince años más tarde puedo afrontarlos. Pero aún continúan siendo un obstáculo para mí. Y durante este tiempo, he sido testigo de muchos niveles de inglés sólidos.
Llegó un punto culminante en mi trayectoria, cuando desde 2.005 a 2.009 fui elegido para ser el profesor en el ISDEFE (Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España) en Navantia, aquí en Cartagena. Además de enseñarles al personal militar el idioma inglés, mi gran misión era prepararlos para su actuación ante la Armada de Malasia, la cual había encargado al astillero fabricar dos submarinos convencionales Scorpene S-80.
Conecté perfectamente con ellos. Todos con un registro de asistencia ejemplar y todos con sus deberes hechos. Al tener una edad ya madura, todos admitían tener un nivel, pero no un nivel consolidado. Al impartirles muchas horas durante la semana, pude realmente avanzar con ellos volviendo atrás y atrás desde los inicios. Fue aquí cuando acuñé un término con ellos que sigo usando hoy en día: “baby English.”
¿Qué es “baby English”? Es ese inglés básico que no llegamos todavía a saber bien y que para mí es imperdonable no dominarlo satisfactoriamente. Igual que el niño que en clase de matemáticas está dividiendo pero todavía muestra dificultades para sumar, restar y multiplicar, el baby English, consiste en que un alumno pueda usar bien un verbo frasal, pueda pasar una frase de activa a pasiva o pueda decir la palabra “tariffs” (aranceles) en una conversación, pero que no sepa muy bien decir el año 1501, falle en tercera persona repetitivamente, diga “going to the shopping” o diga incorrectamente el plural de “child” (childs).
Durante muchos momentos en ISDEFE, volvimos atrás viendo los tiempos verbales desde el principio, los verbos (la sangre de cualquier idioma), cómo decir bien los números, las fechas, deletrear bien nuestros nombres. Todos eran conscientes de la gravedad de no dominar esto. Sí, sabían decir muy bien el vocabulario técnico para su profesión (Watertightness = estanquiedad, Hatch = escotilla….etc.), pero no podían dominar el imperativo, cuando iba a ser fundamental para hacer presentaciones delante de los malasios.
Empecé a anotar en una libreta todos los errores que yo veía de gramática, vocabulario, pronunciación, ortografía. La libreta fue actualizada diariamente y muchas veces me hizo pensar el por qué se estaban cometiendo tales errores. Investigaba, preguntaba y hasta hacía llamadas a los EE.UU. para estar seguro de mí mismo.
La cosa se complicó cuando terminó mi papel en Navantia y posteriormente ejercí de profesor de secundaria en un instituto bilingüe en San Pedro del Pinatar en 2009. Aparentemente los niños tenían un buen nivel hablado y de comprensión, por lo tanto, hacían literatura de Shakespeare y todo tipo de actividades que hacía un niño nativo pero….. agárrense…..
En un aula donde había unos ingleses, una holandesa, un alemán, un húngaro con los demás españoles, los españoles decían repetitivamente “he have,” el alemán escribía “welcome” con dos “l” y los ingleses no tenían que dar esto, ¿verdad? ¿Qué tragedia para mí hacer Shakespeare y no consolidar la tercera persona? Los niños, incluso algunos nativos, NO sabían los participios.
Por otro lado, los niños escribían “difficult” con una “f” – “intelligent” con una “l” – los días de la semana en minúscula, dándome a entender que NUNCA lo habían escrito anteriormente, fomentando la obsesión oral que seguimos generando en nuestra sociedad.
Mi frustración durante estos años me condujo a elaborar mis propios manuales, particularmente mi “Coursebook 1.” Lo estuve elaborando incluso cuando ya el colegio se encontraba en concurso de acreedores y sabía que tarde o temprano, «se iba a hundir el Titanic».
Aproveché mis tardes revisando mi famosa libreta y empecé a crear; bloques de vocabulario, estructuras, recordatorios en burbuja, explicaciones… Acabé un apartado juntando todo lo dado en frases para traducir con el fin de saber lo que se daba y no el hueco. Otro tema aparte también el problema de los huecos en los libros de enseñanza del inglés.
Me daba cuenta de una cosa muy importante, crear una academia, no era el sitio físico, ni la licencia de apertura, ni nada de eso. Era tener un producto con el que puedas ayudar a las personas a no ser víctimas de baby English y no someterlas a un libro de texto carísimo con encabezamientos en inglés. Podría haber trabajado menos y optar por un libro de éstos, pero al igual que un cirujano da a la humanidad su sabiduría para realizar un trasplante de hígado, mi misión era dar a mis alumnos un trasplante pero de baby English.
El término en sí refleja mi argumento. Un bebé tiene que aprender a hacer todo bien desde el principio. Tendrá que empezar a andar en un futuro, pero lo más importante, es que lo primero que tendrá que aprender es a sostener recta la espalda, luego gatear y finalmente mantenerse en equilibrio. No puede andar saltándose los primeros pasos. Por eso, no puedo meterme en un nivel b2 si sigo diciendo I have lucky.
Imaginen a un bebé que pueda hacer muchas cosas quedándonos maravillados por eso pero que no pueda caminar bien pasado un tiempo. Eso es lo que nos pasa en un idioma. Luis Candelas, suboficial de la Armada Española y especialista en sonar, era uno de esos alumnos que yo tuve en ISDEFE desde 2005 a 2009 y que en estos últimos años ha decidido volver a mis clases los viernes a perfeccionar su parte oral en un grupo de conversación. Él se ha sometido a baby English mientras poseía un nivel bueno hace años. Según Candelas: “a menudo cuando aprendemos un nuevo idioma cometemos el mismo error que cuando siendo bebés comenzamos a caminar, intentamos ir muy rápido antes de dominar la técnica de mantener el equilibrio.”
Eso es; queremos ir tan rápido. Todos queremos tener la titulación del b2, pero partimos de una base elemental y no se puede.
Para concluir, me gustaría pensar en un albañil que tiene que cimentar muy bien la construcción de una casa antes de llegar a verla acabada finalmente. ¿Imaginan qué pasaría si no la construyera con buenos y profundos cimientos? La casa se caería. Igualmente ocurre, cuando erramos diciendo nuestra edad con “have” (I have 20 years old) en un nivel b2.